Mauricio Macri y Alberto Fernández, se mantuvieron en el centro de la escena. El Presidente logró a su manera aguantar la peor parte del juego –empezando por la economía- y respiró en los pocos tramos en que el fuego de cinco opositores debió dejar lugar a la diferenciación entre ellos mismos. El candidato más votado en las PASO ocupó precisamente el lugar de principal referente opositor, que quedó a tiro de piedra de la Casa Rosada. Fue por momentos más que duro, agresivo, contundente en algunas de sus apreciaciones. Macri devolvió algunos golpes, jugó con varias chicanas y sobretodo con una que le jugó la atención mediática, cuando se refirió a una “narcocapacitación” que debería brindar el candidato a Gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof.
Macri, mantuvo su propuesta de avizorar un futuro mejor y que el esfuerzo amyor la clase media ya lo había hecho. Buscó además defender su gestión más en términos de lineamiento y de base “necesaria” para el crecimiento, que en números. Tuvo una autocrítica, limitada, sobre los malos cálculos iniciales y los errores. Fue algo así como afirmar que el ajuste fue necesario y que ahora vendría la compensación.
Alberto Fernández En casi todos los tramos arrancó cargando con mucha dureza contra Macri. Tuvo frases propinadas a su principal oponente que quedaron latentes como por ejemplo: “De los 39 mil millones de dólares que nos dio el fondo se fugaron 30 mil, se lo llevaron sus amigos, Presidente” ó ““Las relaciones internacionales no es sacarse fotos con los líderes. Pasaron siete semestres y no entró un centavo de inversiones a la Argentina de esas potencias”.
Mientras Macri habló del “cancherismo” de su adversario y lo vinculó con el estilo prepotente de Cristina Fernández de Kirchner. Fernández trató al presidente de mentiroso y dañino. Y de entrada, reivindicó a Daniel Scioli por al debate de 2015.
Demasiado medido, quedó Lavagna. Es posible que haya querido resaltar su perfil moderado. Criticó con dureza la gestión macrista y también cuestionó el último tramo de gestión kirchnerista, es decir, el segundo mandato de CFK. Le costó, sin embargo, ahondar y afirmarse como tercera opción.
Espert y Del Caño lograron incomodar por momentos a los competidores. Espert criticó al Gobierno, al kirchnerismo y también a empresarios “prebendarios”, políticos tradicionales y sindicalistas. Del Caño planteó un tema que el resto ni rozó –la situación de Ecuador-, cargó contra Macri y también contra Fernández y no olvidó reiterar que “el capitalismo no va más”.
Lejos quedó Gómez Centurión. Tuvo problemas en casi todos los segmentos para ajustarse a los tiempos pautados. Y sólo pareció desafiante para el resto cuando expuso su rechazo frontal a la legalización del aborto.
La próxima cita será en la Facultad de Derecho de la UBA. Serán otros temas (Seguridad, Empleo, Federalismo y Calidad Institucional, y Desarrollo Social) y otros moderadores.