Vivir rodeados de espacios verdes, mejora la salud.
Los jardines, los parques, las zonas verdes o el arbolado son elementos clave para mantener una buena calidad de vida en las ciudades y favorecer el bienestar de las personas. El contacto con los enclaves naturales en la ciudad nos permite reflexionar, sentirnos libres, relajarnos o reducir el estrés. Por eso, la Organización Mundial de la Salud considera que los espacios verdes urbanos son imprescindibles por los beneficios que aportan en el bienestar físico y emocional. Sin embargo, la mayoría de las capitales carece del mínimo de zonas verdes recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Pasar un poco de tiempo en un espacio verde, puede mejorar la salud psicológica y física, ya que nuestro mundo está cada vez más urbanizado y por lo tanto más enfermo, según investigadores están descubriendo.
Lo cual significa que algo tan simple como un paseo por el parque o simplemente ver un árbol a través de una ventana, tiene verdadera implicancia en nuestra salud y no es necesariamente el ejercicio la clave, sin embargo, si lo es, el refrescante contacto con la naturaleza.
He aquí cómo funciona: La vida moderna, los desplazamientos, la informática, el pago de impuestos, etc, puede ser una carga sobre nuestros cerebros y cuerpos, algo que en los últimos años, los científicos de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign han establecido que una conexión con la naturaleza es vital para nuestra salud psicológica y física, ya que ayuda a recargar nuestro cerebro de tal forma, que nos brinda mejores condiciones para hacer frente a las tensiones en la vida.
Esta dependencia arraigada en nuestro entorno es como la de cualquier otro animal, porque al igual que otros organismos, hemos evolucionado para prosperar en nuestro entorno natural.
Los entornos urbanos, con su tráfico y el ritmo apresurado, son una sangría constante de nuestros recursos mentales, porque tenemos que trabajar para prestar atención a una multitud de estímulos.
Del mismo modo, los animales sacados de su hábitat natural puede empezar a degradarse física y mentalmente, llegando a la disminución de las habilidades naturales, algunos de estos mismos síntomas pueden verse en las poblaciones humanas.
Somos privilegiados, como vecinos de esta hermosa ciudad. Tenemos la bondad de la naturaleza inmersa en nuestro cotidiano vivir. Vivimos en una reserva, no debemos olvidar que en sus primeros pasos, la ciudad nació con esa idea: “vivir en una reserva natural”. La planificación urbanística deberá respetar esa premisa, para que los vecinos de La Punta podamos seguir sintiéndonos partes de un marco paisajistico y natural único.
Darío Irusta