Caminó 325 kilómetros entre las Sierras de San Luis y Córdoba

Santiago Segovia, de 29 años, cumplió la travesía en 15 días. “Caminar es volver a las raíces”, afirmó. Partió de la localidad cordobesa de San Javier y su destino final fue la casa de su madre en La Punta

Santiago Segovia, de 29 años, marcó su propia ruta a pie. En 15 días recorrió 325 kilómetros desde la localidad de San Javier en Córdoba, hasta La Punta en San Luis. Durmió en cuevas, entre dos árboles con su hamaca paraguaya y contempló los paisajes más increíbles de las dos provincias de una forma que pocos pueden hacerla. Es la historia de un amante de una de las actividades primordiales del hombre, caminar.

“La idea surgió para revalorizar y resignificar la acción de caminar. Siempre me consideré un caminante y la idea era volver a las raíces y demostrar que estamos hechos para esto, es parte de nuestro ser”, expresó Santiago y dijo: “Me decidí a hacer este impresionante viaje caminando solitario porque siempre hay historias que te ayudan a dar el salto. Compartís historias de otros y dentro de mis inquietudes estaba la idea de generar una travesía que requería un alto rendimiento”.

De pequeño, tuvo formación deportiva, que lo ayudó a desarrollar la voluntad, la entrega y el sacrificio. “Hice fútbol y básquet pero me considero remero porque lo practiqué mucho tiempo en el Club Regatas de Concordia”, recordó.
Nativo de Entre Ríos, hijo de Julio y María Luján; tiene dos hermanos, Mauricio de 31 años y Julián, el menor, de 21. Su mamá se mudó a La Punta para trabajar hace algunos años y Santiago siempre la visitaba. Pero hace tres años decidió alejarse de la vorágine urbana, se mudó con un amigo a las sierras en Córdoba. Sin acceso a los servicios básicos y a una hora y veinte del pueblo más cercano.

Su viaje comenzó el martes 28 de abril a las 9:15. Después de abrazarse con su compañero, emprendió camino por las Sierras de San Javier, en la Comuna de Achiras, al pie de Champaquí, el cerro más alto de Córdoba. “Días previos empecé a cargar la mochila y fui probando el peso que tenía. Llevaba ropa, el equipamiento de camping, una bolsa de dormir rellena de pluma animal, un aislante, un cubretecho, una olla, alcohol de quemar y una tapa que usaba de hornalla”, relató Santiago.

El caminante aseguró que la alimentación fue clave porque le daba las fuerzas que necesitaba para recorrer esas largas distancias. “Arrancaba el desayuno con muchas frutas como naranjas, bananas y peras y las secas como las nueces. También llevé miel de nuestro campo. Cuando subí a La Carolina, una zona en la que hacía mucho frío, comí chocolate y aumenté el consumo de queso y trigo burgol”, contó.

“En Córdoba entró la incertidumbre porque llegaba la primera noche y tenía que buscar dónde dormir. Coloqué mi hamaca paraguaya y descansé debajo de un algarrobo.

Santiago se guiaba con un mapa carretero en el cual trazó una posible ruta. “En Santa Rosa del Conlara, un habitante de la zona me dijo que fuera por la zona del oeste para hacer la ruta por las sierras. Así que agarré Bajo de Véliz, después la Quebrada de Cautana y salí por Talita”, contó.

“En Santa Rosa, tuve un episodio con la Policía. Una persona del lugar los llamó porque sospechó de mí. Los oficiales me ofrecieron alojamiento, agua caliente y comida. Al otro día, me llevaron al mismo lugar para que siguiera con mi viaje”, relató Santiago.

El destino, la casa de su madre en La Punta. El lugar donde iba a tener el calor del hogar. “Llegué el miércoles 13 a las 17:30. Ella tenía miedo y no entendía el porqué del viaje. Por eso en la página de Facebook, que manejaba mi primo, iba relatando cómo estaba para que se quedara tranquila”, dijo Santiago.
Su viaje de 325 kilómetros terminó el viernes con un propósito. Llevar una carta a Margarita, de 4 años, en Juana Koslay. “La idea era revalorizar también el tiempo que uno dedica para sentarse a escribirle a un ser querido. La redactó mi amiga Luz, para su sobrinita”, expresó feliz.

Pero Santiago quiere seguir marcando su camino. Contó que la próxima travesía que le gustaría hacer es el Cruce de la Cordillera de los Andes y llegar hasta el océano. Un caminante que quiere trascender y nunca parar.

Fuente: El Diario de la República

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